27/03/2022
SOLO LOS ELEGIDOS VEN AL SOL EN TRES CRUCES.
''Después de pasar por Calca, Urubamba y el legendario Paucartambo, en la última altura, antes de bajar a la selva Kosñipata , por un camino zigzagueante, se llega al límite de la cordillera con la floresta. El último promontorio del macizo andino no está solo, pues a su vera yergue majestuoso el cerro ''Apu Quawa Ñawi'' (Los ojos que ven a Dios), donde, según cuentan, hubo un adoratorio incaico y en donde cada amanecer, el Inca y sus súbditos, apreciaban la salida del padre sol.
Hacia abajo, el oscuro y tenebroso valle de Kosñipata, puerta de la feroz selva de Madre de Dios, encierra historias de terribles enfermedades, plagas y desapariciones de aventureros exploradores. Para aquellos que atraídos por el amanecer de Tres Cruces, tienen que partir a medianoche para arribar de madrugada, poco antes de la aurora, la excursión constituye una atracción. Sin embargo, muchas veces los visitantes se ven irremisiblemente defraudados por el tiempo, ya que sólo en determinados días puede ser contemplado ese amanecer en toda su riqueza de colores. El nombre de Tres Cruces está unido a numerosas leyendas. Una de ellas versa sobre tres arrieros que se internaron en la selva, donde contrajeron una terrible enfermedad. Huyendo de ella, según creían, ascendieron hasta el sitio, donde fallecieron, uno tras otro, atacados por fuertes dolores. Luego, algún viajero piadoso llegado al lugar les habría dado sepultura y marcado el punto con grandes piedras y tres cruces, que dieron nombre al paraje. Los amigos de lo sobre natural dicen que durante algunas noches de frío se escuchan los quejidos de aquellos tres desaventurados, pero que los lamentos cesan de madrugada.
Los piadosos, después de la salida del sol, ponen algunas flores junto a las cruces, como homenaje a quienes la leyenda se refiere''.
📝MANUEL OLIVARI.
⏳1961