14/04/2024
Profundiza en tu destino:
Si estás pensando en salir a descubrir algún tesoro a la vuelta de la esquina o explorar destinos a la otra punta del mundo, tenemos consejos de expertos y experiencias únicas para que empieces tu aventura inolvidable.
Ocho alternativas poco concurridas a destinos populares:
1. En lugar de París, enamórate de Lyon
Un casco antiguo de ensueño, museos de arte impresionante y la mejor comida de Francia.
Lyon, la tercera ciudad más grande de Francia, suele pasar desapercibida en favor de la famosa capital. La Ciudad del Amor es maravillosa, pero Lyon es igual de romántica y sin tanto ajetreo.
Si la comida deliciosa es una de tus prioridades, Lyon es un tiro fijo. Es la capital gastronómica de Francia y cuenta con más de 20 estrellas Michelin repartidas en una superficie relativamente pequeña. El mercado es tan bueno que lleva el nombre de uno de los mejores chefs de la historia, Paul Bocuse, y hay un montón de encantadores bouchons donde la comida típica francesa es barata, pero está perfectamente preparada.
Una décima parte de la ciudad está considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, incluido su casco antiguo. No encontrarás la Mona Lisa en Lyon, pero sus museos no son menos impresionantes. Tanto el Museo de Bellas Artes, el Museo de Arte Contemporáneo, y el Museo de las Confluencias merecen la pena y suelen costar la mitad que los de París.
En cuanto al clima, Lyon tiene veranos ligeramente más cálidos e inviernos más fríos, pero menos lluviosos que París. Además, llegar hasta allí es fácil, debido a las rápidas conexiones entre Lyon, su aeropuerto y la estación con trenes de alta velocidad en pleno centro de la ciudad.
2. Sáltate Barcelona y visita Valencia
Una arquitectura extraordinaria, una larga historia, playas amplias y paella.
Mientras que Barcelona es conocida por la arquitectura de Gaudí y su ajetreada Rambla, Valencia tiene un ambiente más relajado y está llena de atracciones impresionantes. La Ciudad de las Artes y las Ciencias, diseñada por Santiago Calatrava, es una maravilla de la arquitectura moderna y el Museo de Bellas Artes de Valencia es la segunda pinacoteca más grande del país.
Esta ciudad es también la cuna de la paella, por lo que los amantes de la comida podrán disfrutar de este delicioso plato en su versión más auténtica. El casco antiguo cuenta con una mezcla de estilos arquitectónicos románicos, góticos, barrocos y también moriscos. La plaza Redonda, de mediados del siglo XIX, es quizá el lugar más peculiar y fotogénico.
A diferencia de las abarrotadas playas de Barcelona, las de Valencia son espaciosas y forman parte de la misma costa mediterránea con sus características vistas y sus abundantes horas de sol. Además, por el antiguo cauce del río se asienta el Jardín del Turia, un espacio urbano único, perfecto para pasar días tranquilos y disfrutar de agradables paseos.
3. Deja Dubrovnik a un lado y explora Kotor
Una bahía de ensueño, encanto medieval a raudales y la tranquilidad del Adriático.
La popularidad de Dubrovnik, en parte gracias a su asociación con "Juego de tronos", la ha convertido en un punto muy turístico. Pero si cruzas la frontera desde Croacia hasta Montenegro, verás que Kotor tiene el mismo encanto antiguo frente al mar, pero con la mitad de visitantes. Este Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO está enclavado en el fiordo más meridional de Europa, la bahía de Kotor. Con su casco antiguo y sus hermosas playas, la ciudad ofrece una experiencia más íntima que la ajetreada Dubrovnik.
Pasea por las calles laberínticas del casco antiguo para encontrar encantadoras plazas, iglesias centenarias y pequeños restaurantes donde podrás comer y tomarte una cerveza por menos de 10 €. Los amantes de los gatos estarán encantados con los residentes felinos de Kotor que holgazanean bajo el sol de la tarde. Hay hasta un museo dedicado a ellos. Si te apetece una caminata más intensa, camina por encima de las murallas de la fortaleza medieval que serpentean por la montaña detrás de Kotor. Las vistas panorámicas de la bahía y la ciudad a tus pies merecen el esfuerzo.
La playa es perfecta para pasar el día al sol y hay muchos tours en barco que te llevarán por la bahía de Kotor o incluso más allá para visitar lugares como la Cueva Azul y la iglesia de Nuestra Señora de las Rocas, situada en una de las pequeñas islas de la bahía.
4. Olvídate de Nueva York y reserva un vuelo a Filadelfia
Una rica historia americana, un increíble panorama gastronómico y grandes espacios verdes.
Nueva York dice ser la ciudad que nunca duerme, pero la tranquila Filadelfia proporciona una entorno donde es mucho más fácil relajarse. La cuna de EE. UU. alberga la Campana de la Libertad, el Independence Hall, donde se negoció y se firmó la declaración de independencia de los Estados Unidos y otros monumentos que han jugado un papel importante en la historia del país. The President's House es un museo al aire libre que cuenta la historia de los esclavos africanos que vivieron y trabajaron en la primera residencia oficial de la nación. Además, podrás ver las celdas que ocuparon Al Capone y otros famosos reclusos en la cárcel de Eastern State Penitentiary.
Los amantes del cine también encontrarán un pedazo de historia en Filadelfia. Las escaleras de Rocky en el Museo de Arte de Filadelfia tienen una estatua del boxeador en la cima, así que no olvides hacerte la foto de rigor mientras recreas la icónica escena.
¿Has oído hablar del panorama gastronómico de Filadelfia? Aunque no te puedes perder las tartas de queso y los pretzels, hay muchísimo más que eso. El Reading Terminal Market está repleto de platos tan diversos como deliciosos y algunos locales como Wawa son célebres por sus "hoagies" la versión de Filadelfia del sándwich submarino. Los amantes de la cerveza artesanal tampoco querrán perderse el panorama cervecero local. ¿Necesitas un lugar donde bajar un poco la comida? El Fairmount Park de Filadelfia es el parque paisajístico más grande del mundo (¡toma esa, Central Park!).
5. En lugar de Ámsterdam, dirígete a Hamburgo
Un animado puerto, una increíble sala de conciertos, una intensa vida nocturna e incluso más canales.
Ámsterdam es célebre por sus canales, pero Hamburgo tiene más que la capital holandesa y Venecia juntas, así que 1- 0 para Hamburgo. La singular historia marítima de la ciudad alemana, con su enorme puerto y vías navegables, ha sido reconocida por la UNESCO. La centenaria Speicherstadt, literalmente "ciudad de los almacenes", es el mayor distrito de almacenes del mundo y servía al puerto de la ciudad que antaño fue el principal núcleo comercial de Europa. Aunque es un lugar protegido, también se está empezando a reutilizar cuidadosamente por empresas modernas.
El monumento más prominente del puerto de Hamburgo es la Filarmónica del Elba, una sala de conciertos y gran obra de ingeniería que vale la pena visitar, aunque solo sea por las vistas. La ciudad cuenta con otras muchas atracciones que rivalizan con Ámsterdam: la iglesia barroca de San Miguel, el Mercado del Pescado de Hamburgo, Planten un Blomen, el enorme parque de la ciudad con un lago, fuentes y parques infantiles. Además, hay un museo marítimo flotante llamado Rickmer Rickmers y la Hamburger Kunsthalle, que es uno de los museos de arte más importantes de Europa con una colección que abarca 7 siglos, desde Rembrandt hasta Bacon.
Para los amantes de la fiesta, la Reeperbahn y el barrio de San Pauli proporcionan el ambiente nocturno más animado de Hamburgo, repleto de bares, discotecas y cafés nocturnos. Recuerda un poco al Barrio Rojo de Ámsterdam, pero con un ambiente algo más local, fantásticos espectáculos de drag y música en directo.
6. Sáltate Tokio y viaja a Kioto
Edificios tradicionales, templos antiguos, ceremonias fascinantes y un ambiente zen.
Las luces de neón y los rascacielos de Tokio son fascinantes, pero en Kioto verás una versión más auténtica de la historia y la cultura de Japón. Tiene una población de 1,4 millones de habitantes, frente a los 14 millones de Tokio, y es un tesoro cultural. En el distrito de Gion, podrás conocer a una geiko o maiko (las geishas de Kioto). Es una oportunidad única de descubrir un mundo fascinante, misterioso e incomprendido. Al mismo tiempo, encontrarás experiencias transformadoras y lugares donde meditar en los más de 2000 templos y santuarios de la ciudad.
Las casas tradicionales de Kioto (machiya) y las atracciones estacionales, como los cerezos en flor en abril o el festival de Gion en julio, con sus coloridas carrozas y música, hacen que sea una experiencia única. Igual de especiales son las ceremonias del te y la deliciosa cocina kaiseki. No olvides probar los wagashi, dulces tradicionales japoneses con formas creativas, y el shojin ryori, un alimento vegetariano básico de los monjes de Kioto.
Si quieres desconectar un poco del ambiente frenético de Tokio o de cualquier otra ajetreada ciudad de la que vengas, el bosque de bambú de Arashiyama en Kioto es el lugar perfecto para escaparte a un lugar tranquilo.
7. Cambia Tulum por las playas y los babuinos de Belice
Playas vírgenes, antiguas ruinas mayas y un ecosistema marino diverso.
Las playas más orientales de México, Tulum y Cancún, son sin duda muy bonitas, pero Belice ofrece una experiencia más diversa en la misma costa. Es el hogar de la segunda barrera de arrecifes de coral más grande del mundo, perfecto para practicar esnórquel y buceo. El Gran Agujero Azul es el paraíso de los submarinistas. Las playas de Belice son mucho más tranquilas que las mexicanas. Aun así, hay que esforzarse un poco más para llegar hasta ellas. Las mejores están en la península de Placencia y en los cayos, que son islas esparcidas por el arrecife frente a las costas de Ciudad de Belice.
Más allá de la costa, se extienden exuberantes selvas tropicales e impresionantes montañas. Además, los amantes de los animales no deben perderse las reservas naturales y el santuario comunitario de babuinos, a unos 50 km hacia el interior desde Ciudad de Belice. Las antiguas ruinas de Caracol y Xunantunich son muestras fascinantes de la historia antigua y la Reserva Arqueológica de Lamanai es uno de los yacimientos mayas más impresionantes del planeta.
Comer en Ciudad de Belice es una gozada, gracias a su fantástica escena gastronómica callejera y sabores de varias regiones y culturas, desde la maya a la criolla, pasando por la india oriental. Entre los platos imprescindibles están el pollo guisado beliceño con arroz y alubias, las panades picantes, el ceviche y los pasteles de coco, acompañados de una cerveza Belikin o agua fresca de coco.
8. Disfruta de una atmósfera veneciana en Brujas
Canales de cuento, arquitectura medieval y romanticismo sin multitudes.
Brujas, a veces apodada la Venecia del Norte, ofrece un encanto similar a la ciudad italiana sin las abrumadoras multitudes ni sus elevados precios. El centro medieval de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un laberinto de pintorescos canales y calles antiguas. Dirígete hacia el centro de la ciudad, la plaza de Grote Markt, rodeada de edificios históricos y, luego, sube los 366 escalones del campanario de Brujas para disfrutar de la vista panorámica. Un paseo en barco por los canales justo antes del anochecer es la mejor manera de ver Brujas en su momento más romántico y disfrutar de una perspectiva única de la arquitectura, los puentes y los encantadores rincones de la ciudad.
El Museo Groeninge cuenta con una colección de pintura flamenca y belga que abarca 6 siglos y debería ser una parada obligatoria para los amantes del arte. Por otro lado, el Historium se sumerge en el pasado medieval de la ciudad.
Y Bélgica tiene algunos platos célebres que sería un delito perderse. Deléitate con los mejores chocolates, ponte las botas de patatas fritas (el Frietmuseum es un museo dedicado a ellas) y cómete unos buenos gofres para desayunar, comer o cenar. La cerveza belga también es estupenda, su sabor es único y a menudo tiene trazas florales o herbáceas que la distinguen de las cervezas de otros países.
Solicita vuelos + hospedaje + alquiler de autos + tours desde cualquier país que te encuentres x WhatsApp:
+58-424-2676165
+58-412-9708746