22/09/2020
El silencio de los aprendices:
Se dice que el orden y el mérito de Pitágoras y de su escuela, al admitir y juzgar a los discípulos, eran los siguientes: desde el principio, los jóvenes que pedían ser educados, eran observados en su fisonomía. Esta palabra griega significa: tratar de conocer la naturaleza y el carácter de los hombres de la expresión de la cara y del tramo, de la forma del cuerpo y de todo el exterior de la persona. Cuando un joven había sido tan examinado, y considerado apto, fue recibido en la escuela. Durante algún tiempo tenía que callarse. Este período no era igual para todos, sino diferente para uno u otro, según el juicio sobre la capacidad de aprender de cada uno. Los que callaba, escuchaba lo que otros decían, pero no podía hacer preguntas sobre lo que no entendía, ni se les permitía tomar nota de lo que escuchaba. El silencio nunca duró menos de dos años. Aquellos que sufrieron la prueba de callar y escuchar, se les llamaba auditores. Cuando habían aprendido la ciencia más difícil de cualquier otra, del callar y de escuchar, y su espíritu empezaba a formarse con el silencio, llamado continencia de palabras, solo entonces podían hablar y pedir, tomar nota de lo que escuchaban, y expresar las sus propias opiniones.
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