23/04/2024
Aunque es largo, muchos deberían leerlo
MERCADO y TURISMO
"El éxito y atractivo de los mercados de abastos en la actualidad para locales y turistas y su potencialidad es la mejor tarjeta de visita"
En un mundo globalizado, donde la homogeneización es la pauta de la cotidianeidad, aquello que
busca el turista amante de nuevas experiencias es algo insólito, diferente, exclusivo, que únicamente
se encuentre en aquel lugar concreto. Los monumentos, los museos, la idiosincrasia de la gente, los
mercados de abastos son exponentes de lo que esos nuevos consumidores buscan, puesto que ofrecen
experiencias auténticas, propias de la sociedad local que se visita. En este sentido, los mercados de
abastos son uno de los recursos promocionados donde lo local y lo turístico se dan la mano, al menos
teóricamente.
PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 2. Abril 2016 ISSN 1695-7121
Montserrat Crespi Vallbona, Marta Domínguez Pérez 403
Según las últimas tendencias de la demanda, los denominados “turistas de última o tercera generación”
acostumbran a aprovechar su estancia para buscar experiencias enriquecedoras y únicas, y una mayor
profundización cultural (Fyall & Garrod, 1998; Prats, 2007). Asimismo, los turistas no solo buscan
experiencias y vivencias sino que quieren sentirse parte de la vida cotidiana, de las costumbres y la
cultura del lugar que visitan a través del contacto con la gente local. Richards (2007) así lo manifiesta:
“En el pasado, el turismo cultural estaba asociado con gente “culta”. Hoy, el turismo cultural (y urbano)
incluye muchos atractivos populares… y la “vida diaria” de las comunidades “locales “se ha extendido
de los recursos asociados con el patrimonio fijo, tangible del pasado hacia los productos intangibles de la
cultura contemporánea”. En esta línea y recientemente, han aparecido una serie de guías mal llamadas
turísticas para varias ciudades para un público diferente que no quiere itinerarios propiamente turísticos
sino más auténticos (serie “Not for Tourist Guide to…. (NFT to….)”). Sé un local no un turista es su
eslogan publicitario. Así mismo el sitio web Spotted by locals pone de manifiesto recomendaciones para
visitar un gran número de ciudades con experiencias auténticas (http://www.spottedbylocals.com/). En
el mismo sentido, comer con los locales se considera una experiencia única (https://www.withlocals.com/
experience/eat-with-locals/). Ciertamente, el aspecto de lo “local” se relaciona automáticamente con lo
“auténtico” que ha sido un elemento clave para el desarrollo de la industria del turismo (Taylor, 2001,
p. 7). Esto supone un nuevo paradigma: un cambio de ir a un lugar a ver algo a desplazarse para ir a un
lugar para hacer algo. De hecho, la alimentación local tiene un notable interés entre los turistas puesto
que se considera como un producto abanderado en la captación de la naturaleza típica de un lugar y de
sus rasgos identificativos (Bessière, 1998; Urry, 1990). Los mercados ofrecen esta particularidad: poder
deambular como un local, comer como uno más y formar parte de la esencia de aquel territorio social.
En esta búsqueda de lo auténtico y lo local, los turistas se ven atraídos actualmente por los mercados
de abastos. En estos espacios, se percibe de forma natural la idiosincrasia de la gente local, su forma
de expresarse, de vender, de comprar, sus hábitos alimenticios…etc. Según Richards (2007) y en la
línea de Bourdieu, la demanda creciente de este tipo de experiencias está vinculada a la necesidad del
consumidor de definir su propia identidad a través de lo que consume, con el deseo de expresarse y de
conectar con otros. “Las vacaciones ya no son un mero paréntesis para el descanso, sino un espacio para
el aprendizaje y el desarrollo personal” (Meethan, 2001, p. 128).
Es en este contexto del turismo experimental donde tienen su relevancia los mercados de abastos.
Los turistas de tercera generación, se ven atraídos por la visita a estos mercados. Y por ello, éstos
ya no son sólo un elemento indispensable en la vida cotidiana de las familias y vecinos residentes en
una población o barrio determinados, un mero servicio público, sino que además se han convertido en
uno de los atractivos turísticos de muchos centros históricos urbanos. Los turistas incomodan a unos
y benefician a otros. Los comerciantes viven principalmente de sus vecinos y de las familias, pero la
llegada de los turistas permite incrementar ingresos y mejorar la imagen de estos mercados. Permite
además, plantear la remodelación del conjunto arquitectónico (bastante deteriorado y obsoleto en
algunas ocasiones), proponer una oferta más orientada a los visitantes forasteros, abrir por las tardes,
o los sábados e incluso domingos, e introducirlos como lugares de paso en las rutas de la zona.
En el caso de las ciudades occidentales, los mercados de abastos son excepcionales espacios llenos de
historia y cultura de un territorio, de los hábitos alimenticios, gustos y costumbres gastronómicas de
la gente de un destino. Forman parte de la riqueza patrimonial de una ciudad. Muchos de ellos, están
enclavados en céntricos lugares privilegiados, y cuentan con pasado histórico, belleza arquitectónica,
etc. además, remozados, pueden ser un gran recurso turístico.
El éxito y atractivo de los mercados de abastos en la actualidad y su potencialidad se debe a tres
aspectos (Casares, 2003, p. 34-37). La proximidad como factor económico y sociológico, la revitalización
de la ciudad y el entorno de innovación, y el comercio de calidad. La proximidad, el tener un comercio
cercano en el que abastecerse, con productos de calidad y con trato de confianza, explica los procesos de
vuelta a la ciudad de los últimos años y de conurbanización (unión de ciudades y pueblos) y recuperar
con los mercados de abastos la convivencia y sociabilidad propios de éstos. Los centros de las ciudades o
los centros de barrio surgen entorno a los mercados municipales (a excepción de los centros comerciales
de la periferia que nacen con los procesos de contraurbanización, en las últimas décadas del siglo
XX), convirtiéndose en un elemento policentrico y revitalizador en la conformación multipolar de las
ciudades. Y en relación al último aspecto, los mercados de abastos suponen una garantía de calidad,
lo que debería significar un cambio de vocablo. De mercado tradicional, ultramarinos, comercio de
proximidad, etc. a mercado de calidad. Una calidad de servicio y de producto a las que el consumidor
vincula su satisfacción y más ligado a las demandas de la nueva clase turista y las nuevas clases medias
que gentrifican el centro urbano.