08/10/2023
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Federico Cantú
“…Federico Cantú, artista de gran talento, movido por su fibra religiosa realizaba en México una obra parecida a la de Maurice Denis, en Francia. Entendía la labor del maestro como lo hubiera hecho un artista del Renacimiento. En París tuvo la oportunidad de situarse entre los pintores de fama, pero prefirió trabajar en su tierra donde los “situados” apenas si le dieron el lugar que merecía. La iglesia parroquial de San Miguel tuvo la suerte de ser embellecida con dos murales de Cantú. El acaudalado escritor y crítico de arte norteamericano Mac Kinley Helm, radicado ese año en San Miguel, decidió contratar a Cantú para que los pintara, sin que el donante interviniera para nada en el tema. Cantú pintó dos bellos murales. Uno representaba “La Cena”, concebida con admirable originalidad. Sentado entre los doce apóstoles, aparecía Mac Kinley, vanidad excusable y tradicional en los temas religiosos. En la pintura colonial mexicana lo vemos desde Peyren hasta Cabrera. Lo principal es que los fines sean piadosos. Pero en los murales de la parroquia de San Miguel de Allende, sin duda la figura del norteamericano influyó en la desacertada disposición (ignoro de donde partió la idea) de cubrir los cuadros con una capa de cal. En el fondo fue un simple caso de vandalismo. Ocurrió lo mismo con un mural que pintó José Mojica, el actual fraile franciscano. En la escuela estudiaba pintura mural con O’Higgins, y dictaba clases sobre Historia de México. En uno de los muros del claustro bajo, pintó un mural que tituló “Las fuerzas ciegas de la Libertad”. La pintura, al fresco, reflejaba el temperamento místico de su autor. En un simbolismo que hubiera aplaudido Charles Morice, pintó un efebo de formas estilizadas, flanqueado por un ángel y un diablo. Los ojos vendados, sordo a las súplicas de un grupo de bienaventurados, el Tarzán levanta en alto un pequeño templo con la evidente intención de destrozarlo contra el suelo. Una mañana, al llegar a mi oficina, el portero me dio la desagradable noticia de que el mural de Mojica había sido destruido durante la noche ¿Por quién? ¿Por qué? Sin duda por un fanático; por uno de aquellos convencidos de que la mejor manera de hacer triunfar una creencia era destruyendo la de los otros…”
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Texto: “Iridiscencia: Crónica de un centro de arte” por Felipe Cossio del Pomar (1988). ConsejoEditorial. Gobierno del Estado de Guanajuato.
Imagen: Autorretrato de Federico Cantú
https://cantuart.blogspot.com/2007/06/autorretratos-federico-cantu.html